Foto: Mónica Pupo

El amor desde la óptica del fotógrafo

Cuando intentamos definir el amor desde la perspectiva fotográfica, es posible que cada quien la represente a su manera, ideas o sentimientos. Así como el amor, la fotografía es el lenguaje universal de nuestra era, aunque tengamos idiomas diferentes nos podemos comunicar y no hay barrera alguna que nos impida expresarnos y llegar lejos. Hagamos un ejercicio por un momento, regresemos al pasado viernes, 14 de febrero día de San Valentín. Imagine la cantidad de personas que estuvieron retratando ese momento tan especial y compartiendo sus fotografías por las distintas redes sociales.

Gracias a los fotógrafos podemos ver ese pedacito de vida de manera diferente, cuando hacemos una foto y la compartimos, nuestro principal objetivo es llegar a los ojos y corazones, para que esta imagen perdure en la mente. Deseamos que nuestros espectadores vean lo que nos interesa y está pasado, invitamos a observar, detallar y pensar. Pues la fotografía perdura en el tiempo, como el verdadero amor.

He pasado toda mi vida rodeada de fotógrafos y fotografías, incluyendo algunos de mis familiares que ejercen la profesión. Dicen que convivir con un fotógrafo no es nada fácil, que no salimos de la casa sin la cámara y vamos por la calle “de caza” girando la cabeza 270 grados tal cual, como un búho, buscando capturar nuestra siguiente presa: la imagen. Nos catalogan como raros, que sólo pensamos en la luz, fotografiar y editar. Y es que nuestros objetos (cámaras antiguas, ampliadoras, tanque de revelado, lámparas, lentes, entre otros) los valoramos mucho, lo que representa para otros como materiales inútiles que ocupan espacios. Sin mencionar nuestros apreciados libros sobre fotografía. Pero en realidad, tenemos nuestro corazoncito.

El profesional de la fotografía es un ser apasionado y valiente, obsesivo por capturar y contar la historia a cualquier costo, asume riesgos y dificultades, a veces tenemos que desafiarnos a nosotros mismos. Un ejemplo son nuestros fotoperiodistas venezolanos. Quiero mencionar a tres fotógrafos, a quienes entrevisté en el programa de radio Diafragma5.6 Radio, son profesionales de distintas disciplinas fotográfica que ponen en evidencia el amor que sienten por el trabajo que desarrollan.

Fabiola Ferrero, periodista y fotógrafa. Menciona que uno de los principales retos a los que ha tenido que enfrentarse como fotoperiodista ha sido “la mente de uno, en distintas circunstancias, como lo que más te puede sabotear, a veces porque te da miedo en una situación y no sabes cómo reaccionar, no respondes como tienes que responder a lo que está pasando frente a ti. Otra es cuando no crees que tú eres suficiente y puedes hacer algo, esto es como unos de los retos más importantes que he tenido que evaluar y aprender día a día (…) Por eso siempre pienso que es importantísimo para cualquier fotógrafo cuestionarse constantemente ¿por qué lo estoy haciendo?”, comentó.

Henry González, fotógrafo documentalista y explorador. Es un hombre que madruga, para él es muy importante pues captura los paisajes con las mejores luces. Cuando le consulté cuál es el secreto de una buena foto, mencionó que no hay un guión para realizar una buena foto, pero en estos casos es “importante madrugar, para mí es un componente importante, pues tiene ese complemento de una buena luz, sobre todo en naturaleza es fundamental, sobre todo si se está fotografiando a color, después vienen los aspectos como una buena composición y buen foco, cosas que son técnicas que luego va desarrollando con el tiempo, pero tienes que tener ese ojo de saber que ahí está pasando algo que es interesante y saber que óptica utilizar”, dijo. Sus hermosas fotografías del Auyantepuy son reflejo de su amor hacia la naturaleza.

José Ramón Ramos, fotógrafo de paisajes, fauna y flora. Explorador, deportista y facilitador. Cuando se conversa con José Ramón es imposible no sentir la pasión y amor que él siente por los animales y la naturaleza. Posee un proyecto editorial relacionado sobre el águila arpía, “me tocas el corazón cuando hablamos del águila arpía que estuvo en el Parque del Este, tuve la oportunidad de verla desde niño. Un día la fui a fotografiar, el trabajo está en un libro que tiene como dos partes y surge de inspiración cuando nos enteramos de que esa águila muere de pasar treinta años dentro de esa jaula, la pregunta es: ¿qué hizo ese animal para merecerse treinta años de encierro?, ¿qué tan buenos o malos son los zoológicos?, formuló Ramos.

En conclusión, el amor es sumamente importante y es el ingrediente mágico que no debe faltar en absolutamente todo lo que hacemos. Nosotros los fotógrafos registramos la vida cotidiana, no realizamos esta labor por simple capricho, sabemos que en el futuro las fotografías que hacemos hoy, servirán de reflexión a futuras generaciones para comprender quiénes somos y el porqué de las cosas.

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