Imagine por un momento que está leyendo una noticia en un periódico o revista, donde las imágenes están ausentes. Por supuesto, quisiéramos ver las fotos que complementan dicho texto, sin ellas, el contenido estaría incompleto. Sin embargo, para que estas fotografías sean publicadas deben ser sobresalientes en el contexto y la sociedad para ser efectivas. Incluso, las imágenes deben poseer ese efecto de impacto informativo, ser precisas y con la capacidad de comunicar lo que está aconteciendo durante un tiempo en particular.
Cuando me toca entrevistar a un profesional del fotoperiodismo para el programa de radio Diafragma5.6 Radio, me gusta mucho. Es interesante escuchar a través de ellos, cómo esta práctica ha evolucionado con el tiempo, desde ser principiantes autodidactas a estudiosos de la materia. Por supuesto, está más que entendido que ejercer el fotoperiodismo es un riesgo, y no me refiero únicamente a ciertas situaciones que en principio se desarrollan pacíficamente y que luego puedan escalar a altos niveles de violencia.
Por ejemplo, en la actualidad para el reportero realizar su trabajo con la cobertura de la pandemia representa todo un desafío. Entonces ¿por qué están ahí en la calle arriesgando su integridad física? Imagine nuevamente visibilizar las noticias o leerlas sin imágenes que no nos muestran las distintas situaciones de la vida real y así comprender los hechos, sería desorientador.
Es por ello que el trabajo del fotoperiodista es esencial para la sociedad, van más allá de lo conocido y no se limita a simples herramientas para documentar. Lo que prevalece es el pensamiento y la orientación de un servidor público, es el interés en conocer la verdad, en aportar al registro histórico y dejar plasmada una huella.
Para el fotoperiodista Bryan Woolston, quien trabaja para Reuters, The Associated Press y Gettys, estar en la calle documentando la pandemia “Es realmente una forma de provocar cambios y hacer que se produzcan acciones en nombre de estas personas que se ven afectadas de una forma u otra por la historia. Y que la gente se forme opiniones para decidir qué está bien, qué está mal, qué es real y qué no. Y la única forma de hacerlo es contando las historias».
No todos los reporteros están tomando fotos de la pandemia, de hecho, muchos se quedan en sus hogares, han querido documentar sus espacios personales desde otro enfoque, retratando a familiares y a ellos mismos, como una manera de registrar el impacto desde lo más íntimo.
Esto fue lo que me comentó la fotoperiodista venezolana Gaby Oráa sobre trabajar desde lo personal “Al inicio fue un poco frustrante saber que estaba sucediendo tanto afuera y uno no podía documentarlo, más que todo al inicio cuando no se entendía muy bien cómo funcionaba el tema del COVID, cómo eran los contagios, había demasiada desinformación e incertidumbre.
Entonces, como mis dos grandes pasiones son la fotografía y mi hijo, un día me dije, necesito tomar fotos, necesito levantar mi cámara, me estoy volviendo loca. Agarro la cámara y comienzo a documentar a mi chamo”. Este proceso contribuyó en ella a observar los pequeños detalles físicos en su hijo David, un pequeño mundo oculto y que normalmente pasan desapercibidos por la cotidianidad.
Ciertamente la pandemia ha representado un reto para todos los fotoperiodistas. La premisa de cómo mantener la distancia en este oficio como servidores públicos, es una lucha que al principio significó un reto del cual requiere de cercanía con las personas que fotografiamos.
Otro ejemplo es el caso de la fotoperiodista iraní, Newsha Tavakolian, de la agencia Magnum Photos. Al igual que Oráa, Tavakolian también le resultó difícil al principio de la pandemia realizar su trabajo en su país natal. Para ella era importante contar la historia de su lucha con el coronavirus y cómo la pandemia estaba afectando a su pueblo, tanto en lo personal y para los demás. “Decidí hacer un ensayo personal sobre el aislamiento porque pensé que, tal vez más tarde, muchos otros países pasarían por lo que somos”.
Así como ellos, en muchos fotoperiodistas radica la responsabilidad ética al contar una historia a través de sus imágenes. El objetivo fundamental y más importante es su objetivo de transmitir la verdad. No es nada fácil ejercer el fotoperiodismo. Reflexione, por ejemplo, en estos dos panoramas; lo que debe soportar un reportero de guerra, también aquellos que deben informar sobre la epidemia del SIDA en África. Definitivamente, no sólo es exponerse a sucesos y momentos impactantes, muchos de estos profesionales quedan afectados de manera física y psicológica.
En conclusión, el fotoperiodismo es importante porque permite de primera mano, que las personas sean más conscientes de los males de la sociedad y de lo que está aconteciendo en el mundo.