Para muchos de nosotros, el tiempo es inclemente, el peso de llevar el ritmo del día a día y la percepción de este se torna limitada para todas las tareas que deseamos realizar. Entonces, la vida está en una constante de caídas libres y ascensos vertiginosos, ante lo que con frecuencia nos consolamos diciendo que “el futuro es ahora y hay que vivir el presente”. Corremos tratando de preservar la imagen de lo que fue, exactamente como la documentamos con la fotografía, con el fin de permanecer para siempre.
Pero esa misma tendencia de utilizar la fotografía como instrumento para contener nuestra realidad y darle sentido, simplemente refleja nuestra condición humana en el ahora, su relación con aquello que nos rodea y la manera que la compartimos con el mundo.
En oportunidades, las circunstancias mismas nos dan un giro y sorprenden con un aire de respiro. Es posible que todo comience con una invitación de amigos fotógrafos a conocer comunidades lejanas. Y es aquí donde, sin proponérselo, ha comenzado un proyecto fotográfico. Son lugares donde la percepción del transcurrir del tiempo es muy distinta que la del habitante común de la urbe. Así mismo, las ricas y diferentes culturas de estas regiones nos arraigan a lo más primitivo de nuestros antepasados.
Este es el caso de Nadia Cruz Porras joven peruana, sobre su proyecto fotográfico “Tupe”. La conocí preliminarmente, al observar sus fotografías en Instagram, que lograron llamar mi atención por sus características especiales. Residenciada en Lima, desarrolla actividades fotográficas en diversas organizaciones, entre ellas, el Centro de la Imagen, la Asociación de Fotoperiodistas del Perú y como directora, de la editorial Indómita Luz.
Recientemente, pude entrevistarla en mi programa “Diafragma 5.6 Radio”, donde tuve la oportunidad de conocerla un poco más como persona y como profesional. La entrevista en su totalidad está disponible en el canal del programa en YouTube.
Si hay algo que caracteriza a Nadia es su interés en los temas y la inclusión sociales. Muestra de ello, por ejemplo, es el proyecto “Tupe”, cuyo nombre es el de la zona del Perú donde se desarrolla. Nadia visita el lugar de forma casual, atendiendo una invitación de amigos, solamente con fines recreativos. Creo no equivocarme si afirmo, que ella no esperaba que fuera el origen de una relación con el paisaje, la gente y su cultura. A medida que repetía los viajes al pueblo ubicado cerca de la capital, en un ambiente de sierra, iba descubriendo nuevos motivos para fotografiar, conociendo costumbres que antes le eran ajenas y, sobre todo, despertando la necesidad de dar a conocer al mundo lo que para ella son ahora inolvidables vivencias.
El solo hecho de llegar hasta el pueblo, es una aventura. Se parte de Lima camino a San Vicente de Cañete, se desvía en momento dado hacia Imperial donde se toma un bus rumbo a Vishca y al llegar, se debe caminar hasta Tupe, a 2.830 metros sobre el nivel del mar. No hay hoteles ni facilidades turísticas formales, por lo que, quien desee pernoctar, debe coordinarlo con anticipación. Quizá esta ausencia de facilidades generales, son las que de cierta manera han permitido que se mantengan costumbres para algunos, “ancladas en el tiempo”. Las siguientes fotos pertenecen a Nadia Cruz Porras.
Tupe tiene ciertas características que, varias de ellas, lograron ser trasmitidas en las fotos de Nadia. Se trata de un pueblo eminentemente matriarcal, donde las mujeres destacan no solo como decisivas en el desarrollo del lugar, sino por una colorida vestimenta elaborada por ellas mismas con técnicas que han permanecido a través de los años. En su idioma particular, el Jaqaru, transmiten sus costumbres de generación en generación y mantienen una fuerte relación de reciprocidad.
Nadia por medio de sus imágenes nos brinda un recorrido visual. Cada fotografía refleja la cotidianidad de los habitantes en su contexto. Van desde la elaboración de tejidos, hasta el ordeño al ganado pasando por la preparación de alimentos. También nos permite conocer las características del entorno, único en lo que a arquitectura y naturaleza se refiere.
Hay una fotografía en particular que me encanta. Se trata de una mujer de avanzada edad sentada junto a una niña de expresión despierta, ambas con coloridos trajes. Es no solo una representación de cómo se mantienen las costumbres, sino un símbolo del pasado, presente y futuro.
“La fotografía me ha ayudado en esto, ha poder comprender y entender mi propio entorno personal y familiar”
Nadia Cruz Porras
Para la fotógrafa, el aprendizaje más valioso que ha adquirido en los distintos viajes que ha realizado a la comunidad de Tupe, es “la humildad que hay que tener siempre con las personas para conocerlas, para poder obtener un aprendizaje de vida”, comentó.
Aunque avanzado, “Tupe” es un proyecto en proceso. La pandemia ha sido la causante de una momentánea pausa, pero no total, ya que Nadia aprovecha el tiempo en investigaciones documentales sobre el lugar. Ella espera con esta iniciativa, que el pueblo pueda ser revalorado y recibir apoyo por parte del Estado. Sus habitantes requieren de educación y salud, pero de una forma tal que no altere su cultura.
Este proyecto es una muestra de cómo la casualidad se convierte en causa para descubrir, promover y preservar una de las comunidades de mayor legado ancestral del Perú.