La pandemia del COVID-19 ha afectado a la humanidad globalmente. Como ya se sabemos, a fin de reducir la propagación de esta enfermedad contagiosa, una de las medidas como prevención de transmisión a aplicar es el distanciamiento social, también llamado distanciamiento físico. Entonces, debemos mantener cierta distancia física entre las personas, ya sea en lugares y transportes públicos, evitar reuniones grupales, así como los típicos gestos que implican el saludo, como los abrazos y apretones de manos, entre otros.
No es desconocido para muchos que el distanciamiento físico se ha implementado durante la historia. En la Biblia existe una referencia de las primeras prácticas conocidas en el libro de Levítico 13:45-46, donde relata “En cuanto al leproso… todo el tiempo que esté en él la plaga, debe morar aislado. Fuera del campamento es su morada”. No olvidemos, la gripe española, fue una pandemia de gripe mortal, contagió a millones de personas a escala mundial, considerada una de las epidemias más mortales en la historia humana. Así como estas, existen infinidades de enfermedades infecciosas, donde muchas personas se han visto igualmente afectadas al punto de la muerte, como lo ha hecho el coronavirus en la actualidad.
Quedarnos en casa no quiere decir que no podamos “relacionarnos” con el mundo exterior, desde nuestros hogares podemos interactuar al conectar a través de la tecnología. De esta manera, haremos relación social con el mundo externo, ya sea con amigos, familiares u otras personas. Con el pasar de los días, veíamos como ajustarnos a las circunstancias y comprendimos que pausar las actividades y quedarse de brazos cruzados no era la solución, más bien perjudicaría nuestra salud física y mental. En mi caso personal y como todos, he trabajado desde casa y el programa de radio, igualmente lo realizo desde el hogar. Las clases de los institutos, colegios y universidades se retomaron. Gran variedad de webinars online, conversatorios, seminarios, cursos, retos fotográficos, exposiciones y paseos virtuales por museos, son algunas de las propuestas que se pueden conseguir y aplicar gratuitamente por las redes sociales.
Una de estas, la realicé la semana pasada durante una charla web, ofrecido por la Fundación Gabo, titulada “Fotoperiodismo: historias locales en una emergencia global”, aquí los fotoperiodistas Adriana Zehbrauskas, Joao Pina y Pablo Corral nos hablaron cómo han llevado a cabo su labor al documentar el coronavirus. Los fotógrafos mostraron ejemplos a través de sus trabajos personales y comentaron que existen distintas maneras de contar la misma historia.
En primer lugar, desde la parte intima o personal, quienes somos, donde vivimos, los días durante la cuarentena, los pequeños momentos. La segunda forma sería, desde la óptica profesional periodístico, las historias de otros contadas por la manera de documentar cómo otros están sobrellevando esta crisis colectiva. Al iniciarse el ciclo de preguntas, una de las primeras que se formuló fue, ¿Cuál sería el reto para el fotoperiodista en contar otra historia que no fuese el tema del coronavirus? La respuesta de los tres panelistas coincidía en que el reto era que esa historia fuese atractiva y le interesara al editor publicarla.
Menciono todo esto, porque en los últimos meses, la fotografía ha jugado un papel importante al documentar el impacto del coronavirus. Así como la historia humana está marcada por las epidemias, la fotografía ha estado presente para evidenciar estos hechos, desde su invención en 1839. La cobertura sistemática, capturados por la lente fotográfica desde distintas partes del mundo, desde reporteros de prensa quienes siguen mostrando los brotes, formas de contener y controlar la pandemia, con la ayuda de los miembros de la salud quienes también iniciaron las primeras tomas desde sus áreas de trabajo, luego las personas que comparten su vida cotidiana. Ya no será únicamente los medios de comunicación quienes poseen la exclusividad fotográfica, sino todo lo contrario, son estos los que se verán en la necesidad de alimentar sus páginas informativas por medio del trabajo colectivo del público en general.
En las circunstancias actuales, la fotografía ha contribuido a que la humanidad se una nuevamente, creando un vínculo ante y durante esta crisis global. La fotografía muestra la conexión entre las cosas y las personas y, el individualismo no tiene cabida en el distanciamiento físico, aunque suene paradójico. La historia y la profundidad de la vida de las personas queda reflejado nuestro contexto global.
Así lo considera la escritora norteamericana Susie Linfield, “Las fotografías sobresalen, más que cualquier otra forma de arte o periodismo, al ofrecer una conexión inmediata y visceralmente emocional con el mundo … Pasamos a las fotografías … para echar un vistazo a cómo se ve la crueldad, la extrañeza, la belleza, la agonía, el amor, la enfermedad, la maravilla natural, la creación artística o la violencia depravada”.