El arte, desde tiempos inmemorables ha sido utilizado por muchos como herramienta para expresar aspectos internos, las emociones. El arte supone, ya lo dijo Albert Einstein, “la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo”. Son innumerables los casos de obras famosas que guardan internamente una historia de cómo y por qué se hizo, aquí el autor hace catarsis y libera de alguna manera sus miedos, pasiones, abriendo su mente, enfrentando y reencontrándose consigo mismo, dando forma a fantasmas intrínsecos.
La fotógrafa estadounidense Diane Arbus, con una personalidad compleja y deprimente, casi imposible de descifrar, es el vivo ejemplo de ello. Fragmentos de una realidad oscura es el reflejo inmortalizado en sus retratos, cualquier sujeto que tuviera un poco de excentricidad era el objetivo para ella; personas con problemas mentales y físicos, travestis, nudistas, prostitutas, gigantes y enanos. Fue en busca de lo grotesco, de la fauna nocturna y reventados de la vida. Llegó a relacionarse íntimamente con ellos. Un 27 de julio, Diane Arbus se suicida. Cortándose las venas y presentando sobredosis de pastillas para dormir. Por tal motivo fue considerada la más polémica entre las fotógrafas estadounidenses del siglo XX, pero también “muy importante porque tomaba fotos de personas que nosotros, como sociedad, no queríamos mirar. No es que no quisiéramos mirarlos, ni siquiera los vimos”, comentó Annie Leibovitz.
Con este perfil, ¿ha sido Diane Arbus fuente de inspiración para sucesores fotógrafos? Fue una de las interrogantes que surgió en mí durante el conversatorio sobre Richard Avedon, ofrecido el sábado pasado, por el profesor Carlos Arvelaiz. A mitad de la actividad, se creó un breve debate sobre si “The American West” de Avedon está basado en el trabajo Arbus. Ambos nacieron el mismo año 1923, sólo con un par de meses de diferencia. Sin embargo, si analizamos rápidamente en conjunto ambos trabajos, existe cierta similitud, composición, cortes, contenido y propósito.
El fotógrafo Richard Avedon, se inició creando imágenes de moda. Es “The American West” solicitud del Museo Amon Carter, quien financia el proyecto artístico para ser expuesto seis años después. Este le pide a Avedon fotografiar el espíritu del desierto. Por cinco años, el fotógrafo y su equipo recorren 17 estados americanos, retratando a 752 habitantes de la región. Pero estas imágenes no estaban realizadas bajo la línea del retrato editorial de moda o periodística. Estas extraordinarias fotos eran rostros de obreros, mineros, vagabundos, prostitutas, parejas, gays, reos, vagos, alcohólicos, religiosos, mutilados, con anormalidades, entre otros. Son personas a primera vista normalmente vulnerables, retratadas bajo un criterio de la estética de minimalismo y objetividad.
A diferencia de Diane, quien fotografío a sus personajes en sus entornos. Avedon, en los retratos controversiales para “The American West”, aísla a los suyos por medio de un sinfín blanco, utilizando siempre luz natural, imposibilitando al espectador de una lectura de tiempo, espacio y contexto. Haciendo énfasis en detalles importantes para él; la persona retratada, en su mayoría planos americanos, rostros serios y miradas fijas a la cámara, cuerpos desnudos o vestidos. A partir de ahí, una historia entre la belleza y la fealdad. Eventualmente, ambos fotógrafos seccionan a sus modelos en los márgenes del encuadre. Utilizando la fotografía como herramienta para transmitir, sean sus emociones o las de otros.
Entonces, ¿fue “The American West” copia del trabajo de Diane Arbus?, no lo podemos asegurar. Sin embargo, para la fotógrafa Annie Leibovitz “Deseaba … Quería ser Diane Arbus, muy mal … Fue criticado porque quería ser Diane Arbus, pero está perfectamente bien. Creo que hizo un gran trabajo en Occidente. Él es muy, muy honesto acerca de cómo y qué hizo y por qué lo hizo. Estaba totalmente impresionado con Diane Arbus y la admiraba, la abrazaba. Nunca podría ser Diane Arbus, pero ciertamente podría integrar en su trabajo lo que vio allí en su trabajo. ¡Y todos hacemos eso, todos hacemos eso! ¡Eso es lo que es maravilloso! No hay nada de malo en eso. Todos vivimos en este mundo y nos alimentamos unos de otros. Eso es parte de eso”, comentó la fotógrafa.
Esto es un simple hecho, entre muchos, en donde dos grandes fotógrafos en la historia de la fotografía se confrontan y retroalimentan. Somos imágenes, constantemente estamos observando el trabajo de otros y quedan en nuestro consciente, permanecen implícitas en nosotros, las comprendemos en modo de composición y luego reproducimos inconscientemente. Lo importante es destacarse por un estilo propio, con sello e identidad, crear nuestro propio lenguaje y que se refleje en nuestro trabajo. Tal cual Diane Arbus y Richard Avedon. Lo dijo Leibovitz, vivimos en el mismo lugar y es normal que nos inspiremos unos de otros.