El niño Carlos Sánchez estudiante de quinto grado está malhumorado. Al llegar a su hogar, en la entrada se quita en simultáneo el bolso de la espalda, pone un pie en la parte de atrás del otro zapato y luego desliza el pie fuera de él. No toca nada dentro de casa. Se libera de la mascarilla que cubre su nariz y boca, además del protector facial de plástico. No dice ni una palabra, pero sus gestos lo dicen todo.
Su madre lo observa como cámara de vigilancia, analiza cada milímetro de sus movimientos, con el propósito de que Carlos no cruce los límites de seguridad “invisibles” impuestos por ella. El niño no soporta tanta presión y estalla: “No aguanto más”. A lo que su madre le inquiere: ¡Muchacho! ¿Qué carrizo te pasa?
Hijo: Estoy cansado. Me siento controlado en la escuela y aquí en casa también. No puedo actuar con naturalidad. Si un compañero en el colegio me pide el sacapuntas y lo quiero prestar, la maestra me grita porque primero debo desinfectar. A la hora del recreo ya no puedo saltar. El juego con las metras, debo olvidar. Ni mencionar jugar a “La Ere” porque no puedo tocar y la merienda está prohibida acompañar. Queda sentarnos distanciados unos de otros sin abrazarnos poder, después de tanto tiempo sin a mis amigos ver.
Madre: ¡Pero hijo si es por tu bien! Es importante lavarse bien las manos, usar la mascarilla y no tocarse la cara ¿Qué esperabas, quedarte aquí en la casa sin estudiar?
Hijo: No mamá, yo solo quiero ser como Robert Capa.
Madre: ¿Robert Capa? ¿Y quién es ese, un nuevo superhéroe de The Marvel?
Hijo: No mamá. Durante el confinamiento, papá me leía sobre fotografía para dormir y me habló sobre él. Robert Capa fue un fotógrafo de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los mejores fotógrafos de combate y aventuras de la historia, él estuvo en la Guerra Civil Española. Esta guerra fue un conflicto bélico que se llevó en España desde 1936 a 1939, entre el bando republicano y el bando nacional.
Capa buscaba siempre imágenes exclusivas, acompañó a las tropas de soldados estadounidenses cuando invadieron un sector de Francia. ¡Me lo imagino con uniforme militar, casco y su cámara en la mano! Sus fotos son muy conocidas mundialmente. Además, utilizó una cámara pequeña de 35 milímetros con el fin de acercarse mucho más a las personas que quería fotografía y así pasar desapercibido. Capa dijo: “Si tus fotos no son lo suficiente buenas, no estás lo suficientemente cerca”. Creo que su foto “Muerte de un miliciano” evidencia esto. Por eso, las personas que ven sus fotografías crean una conexión y afecto con ellas.
Mamá: ¿Me quieres decir, que tú quieres ser fotógrafo de guerra? Que va hijo, eso nunca, es muy peligroso.
Hijo: No mamá. Cuando sea grande, lo único que quiero es ayudar a las personas siendo fotógrafo. Si no puedo ser como Robert Capa, entonces seré como Henri Cartier-Bresson.
Mamá: ¿Cartier-Bresson? ¿Quién es ese, el hermano del joyero? Si es para hacer joyas sí.
Hijo: No mamá, no me interesan las joyas. Henri Cartier-Bresson fue un maestro de la fotografía callejera, muchas personas tratan de imitar su estilo. Papá me dijo que él junto a Robert Capa crearon una agencia de fotografía que aún existe, se llama: Magnum Photos. También leí que Cartier-Bresson lo consideran el “padre del fotoperiodismo” ¡Imagínate mamá, así como yo quiero a mi papá quieren a ese señor! Además, le han etiquetado una frase “El instante decisivo”. Consiste en hacer la foto en el momento preciso en el que la acción está sucediendo. Hay una imagen de él que me gusta mucho, es un señor brincando un charco de agua con un paraguas en mano.
Mamá: Bueno hijo, tendré que hablar con tu padre para evaluar tu futuro como fotógrafo. De hecho, no me respondiste cómo se ayuda a las personas por medio de la fotografía.
Hijo: Documentando la vida y nuestro entorno, para capturar evidencias y recordar la historia.
“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar paisajes, sino en tener nuevos ojos”.
Marcel Proust
El diálogo antes mencionado es un hecho ficticio, pero no escapa de ser real. Esto es debido a que los niños estudiantes se encuentran interesados en el pasado y lo que sucede en la actualidad alrededor del mundo. El apoyo de los padres es fundamental. Utilizar de la fotografía pasajes, personajes de la vida real y narrarlas como cuentos a hijos, incentiva su curiosidad en la historia, lectura y por ende a practicarla. Asimismo, les permite observar diferentes puntos de vista, examinar y discernir su entorno.
La fotografía como actividad para los niños, brinda importantes beneficios; que van desde conocer la historia y cultura general, sensibilizarse ante sucesos cotidianos, aumentar la capacidad de concentración y observación, impulsar valores positivos, al punto de considerarse a la fotografía como profesión en el futuro. Como dijo Marcel Proust “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar paisajes, sino en tener nuevos ojos”.