En uno de los cuartos superiores de la casa hay un armario repleto de cajas. Son más de veinte cajones llenos de álbumes fotográficos, una que otra foto, notas sueltas y recortes de prensa yacen dentro de estas cajas, posiblemente por haber perdido su pegamento, rebelándose a ser reubicadas o etiquetadas. Son momentos cotidianos; bautizos, paseos familiares, cumpleaños, primeros días de clase, reunión familiar de los domingos, acto escolar o mamá luciendo un vestido nuevo que papá quiso perpetuar fotografiando.
Con el tiempo, la característica inicial en ciertas fotos ha cambiado, tornándose en algo rojizas y amarillentas, borrosas y algunas han sido recortadas, quizás para eliminar “algo o alguien”, todo es un misterio. Cada imagen es un original único. Los álbumes fotográficos familiares fueron, y hablo en pasado, un elemento fundamental en el hogar. ¿Qué tanto valor le damos a la memoria familiar a través del registro fotográfico? y ¿Cuáles sentimientos afloran cuando los observamos?
Debido a los constantes avances de la tecnología fotográfica en los últimos años, los álbumes familiares de décadas pasadas los vemos en la basura o en mercados de pulgas, pues en la actualidad nunca había sido tan fácil tomar fotografías. Sin embargo, por ser una actividad tan popular, uno de los problemas a considerar radica en cómo conservar todo este material digital para la posteridad, definitivamente es otro tema. La fotografía digital se puede usar muy fácilmente y es de uso mundial y rigurosamente cotidiano. Entonces, ¿son las redes sociales de fotografía el reemplazo de los álbumes familiares? Eso parece.
En lo particular, provengo de una familia de migrantes. Actualmente la historia se repite, la mayoría de mis parientes se abrieron a un nuevo horizonte, emigrando no sólo a otros países, sino en Venezuela, de una ciudad a otra. Esto ha provocado que sus pertenencias, entre ellas, sus fotografías queden conmigo, algo que valoro mucho como registro de los maravillosos tiempos compartidos. El haber heredado los álbumes fotográficos me permite viajar en la historia y conocer mi pasado, reforzando la identidad; clave importante en el núcleo familiar. Atesorando fotografías de mis tatarabuelos hasta la última sobrina que nació.
De aquí surge, “Familia tendida” un proyecto fotográfico íntimo. Donde mis álbumes fotográficos dejan de ser privados y exhibidos en el hogar entre los miembros de la familia y amistades cercanas, para ser expuestos abiertamente. Pensado, al asumir el compromiso desde lo personal, con toda esta recopilación de historia, que de una u otra forma realizaron mis predecesores. Así mismo, durante su ejecución he podido experimentar la creatividad y sobre todo percibir sensaciones de reencuentro con los míos.
Como artista plástico, he intervenido a “Familia tendida” desde la técnica del puntillismo, con la finalidad de hilvanar los lazos familiares que, simbólicamente se han debilitado; ya sea por la distancia, la religión, la política, las diferencias en intereses o la muerte. La he tendido en un gancho literalmente como metáfora de la esperanza de unión que tanto deseamos, más ahora en las circunstancias que estamos viviendo con la pandemia global, quedamos suspendidos en un momento tan crucial para la humanidad, en especial para el encuentro familiar. “Familia tendida” es un proyecto en desarrollo, que desde un comienzo me permitió explorar mi yo interior y las relaciones humanas enfocadas en mis vivencias asociadas a las circunstancias del presente contexto.
Título: Familia tendida
Autor: Mónica Pupo
Medidas: 60 cm x 84 cm
Año: 2020
Materiales: Pintura acrílica, fotografía, cartón, pabilo, alambre, ganchos de madera