Últimamente hemos escuchado hablar sobre héroes. Comenzamos a reconocer a los profesionales que han estado siempre a nuestra disposición, trabajando bajo perfil y que requerimos cada vez a ellos cuando los necesitamos. Trabajan sin cesar, cueste lo que les cueste, con todo el sentido de compromiso y de ética que la función amerite. Fotoperiodistas, periodistas, médicos, enfermeras, maestras, profesores, trabajadores de supermercados y farmacias, entre otros.
Son superhombres y mujeres maravillas que han estado en el anonimato y que no requieren de un disfraz, capas o poderes sobrenaturales para ayudar. Por su puesto, tenemos algo en común con estos valientes hombres y mujeres, utilizamos máscaras.
Esa protección que debemos llevar durante este proceso de la pandemia global, tan necesaria y obligatoria que nos protege del mal: el coronavirus. Otra parte de la protección, es quedarnos en casa como medida de resguardo para no contagiarnos. Mientras esperamos que todo esto pase, tenemos el tiempo de sobra para reemprender las lecturas, ver películas y otras actividades que van surgiendo con el tiempo. En mi caso, deseo recomendarles dos películas, basada en hechos reales.
El fotógrafo de Mauthausen es una película española, que recrea la vida del fotógrafo español Francisco Boix, quien estuvo combatiendo en el Ejército Republicano durante la Guerra Civil española y posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando es capturado por las fuerzas alemanas cuando invaden a Francia. Durante este tiempo, Boix aprende alemán y pasa a trabajar con un oficial de las SS en un campo de concentración.
Allí hacía actividades propias de un fotógrafo y de un auxiliar, ya que no sólo captaba imágenes en un rudimentario estudio, sino que realizaba revelados, administraba algunos materiales y participaba en el orden del archivo. Boix se da cuenta de lo vital que es poder preservar los registros fotográficos como una evidencia de las atrocidades que cometían los nazis.
Logra convencer a varios prisioneros para que contribuyan a esconder negativos por diversas áreas del campo. Al final, bajo la presión del avance de las fuerzas armadas aliadas, los militares alemanes huyen sin saber que Boix tenía en su poder valiosas pruebas que serían decisivas en los numerosos juicios de guerra posteriores. La valiente iniciativa de alguien que era insignificante ante los nazis, pasó a tener consecuencias directas sobre la aplicación de justicia, y a la creación de la conciencia del “nunca más”.
Hace poco volví a ver el documental “La sal de la tierra”, realizado en el año 2014, donde la protagonista es la lente del fotógrafo Sebastião Salgado. Con infinidades de reconocimientos y nominada a los Óscar como Mejor Largometraje Documental en 2014, este film relata la belleza de nuestro planeta tierra. Salgado pone en manifiesto su sensibilidad como espectador de hermosos paisajes, territorios vírgenes y las personas que habitan en ellos.
Destaca durante la película la narración visual en la estética del fotógrafo, encuadres, el blanco y negro, los contrastes, así como el tratamiento de la luz. Paralelamente, el documental profundiza en la vida personal del fotógrafo, su proceso de cambios emocionales, reflejando una visión muy distinta a los trabajos que estuvo realizando a principio de su carrera, muchas de estas fotografías mostraban los sucesos históricos más horrendos de la humanidad.
Es un documental muy hermoso, es clave y está tan vigente en la actualidad, porque te hace razonar y reconsiderar tus acciones hacia un mundo mejor. Así como la sal es el condimento fundamental para sazonar nuestras comidas, somos nosotros, los humanos quienes representamos la sal en el mundo. De hecho, en la actualidad el fotógrafo Sebastião Salgado aboga por una protección, durante esta pandemia del Covid-19, para la población indígena que vive en la Amazonía. Localidad que ya se ha visto muy afectada por otras amenazas, como deforestación y ataques de mineros en la zona.
Como mencionó Margaret Bourke-White, “satúrate con tu sujeto y la cámara te llevará de la mano”. Antes de los sucesos de la pandemia del coronavirus, los fotoperiodistas de todo el mundo ya estaban afrontando condiciones desafiantes, desde disturbios y enfrentamientos de manifestantes con policías, en donde debían proteger su integridad utilizando equipos de protección como mascaras respiratorias, chalecos antibalas y cascos. Ahora en la actualidad, arriesgan su vida y se valen de recursos útiles, como todos unos superhéroes para documentar un evento histórico, el desarrollo de la pandemia.