Es una de las preguntas con las que habitualmente comienzo las conversaciones con mis entrevistados. ¿Por qué considero que es importante? porque asemejan los primeros pasos que damos en la vida y, aunque no los podemos recordar, a menos que nuestros padres nos hayan hecho una videograbación, sí recordamos cómo fue nuestra incursión en el mundo fotográfico. Ya sea, por un amigo que nos invitó, parte de una materia de estudio, porque comenzamos a trabajar en un foto-estudio (cuando existían) o redacción de algún periódico, otros han dejado a un lado su carrera principal para dedicarse a la fotografía. Como ven, hay muchos motivos.
En mi caso, fue por medio de esa “semillita” que sembró mi padre, creo que él no estaba consciente de sus propios actos, que, al verlo fotografiar constantemente al grupo familiar en cada ocasión, yo terminaría haciendo igual que él. Y digo, inconsciente, porque no recuerdo que él quisiera que llegara a ser una fotógrafa. Por supuesto, como toda niña curiosa, deseaba tener en mis manos sus cámaras y hacer fotos. Luego, ya de adolescente, me compré una cámara réflex, marca Nikon. Al cumplir mi mayoría de edad, logré alcanzar una de mis metas que era trabajar en un medio impreso y, fue así que desde entonces estoy inmersa en esta interesante e importante área de la fotografía.
Al cumplir mi mayoría de edad, logré alcanzar una de mis metas que era trabajar en un medio impreso
Por supuesto, debo reconocer que siempre estoy animando a las personas a conocer y practicar la fotografía. Hace unos años, motivé a unos de mis hermanos menores a estudiarla. De hecho, trabajó como freelance para algunos periódicos. Fue discípulo y gran amigo de Ramón Grandal, fotógrafo cubano, importante referente de la fotografía latinoamericana. Era un gusto ver a mi hermano Ángel, conversar con él mientras observaban sus archivos. Al igual que Ángel, está Pablo, otro de mis hermanos que se dejó seducir por los encantos de la fotografía. También trabajó para medios impresos.
Definitivamente, por lo visto, conmigo no aplica el popular dicho “en casa de herrero cuchillo de palo”. Mi hijo, Rubén, con solo 3 añitos le regalé su primera cámara, una Kodak 24 mm, que se podía comprar en cualquier tienda fotográfica del país. Recuerdo sus primeras tomas, sus juguetes: unos pequeños muñequitos de plásticos. Creo haber estado más emocionada que él, por ver el resultado al revelar el rollo de fotos. Por supuesto, todas estaban desenfocadas. Eso era lo de menos para mí, aún las recuerdo y conservo. En la actualidad, Rubén estudia fotografía y trabaja con ella.
Ahora, cuando converso con mis entrevistados, les pregunto qué les hizo interesarse por la fotografía y cómo llegó a ellos esa relación que aún mantienen, algunos por muchos años. Me gusta escucharlos narrar esa pequeña historia cargada de nostalgia, siento que ellos viajan mentalmente a esos instantes, los veo sonreír y me atrevo a decir que alguno que otro, ha soltado una lágrima de emoción.
Este sábado pasado, conversé con Joan Vendrell, fotógrafo español. Me comenta que su inicio con la fotografía fue a través de una cámara de su abuelo, “era una cámara réflex, analógica y tenía muchos botones. Yo miraba a través del visor y veía que era una herramienta, que eso servía para algo. Esa cámara no me dejaban tocarla mucho, así que me compraron una camarita pequeña, una Agfa, con la que comencé a tirar con carrete a practicar e investigar un poco qué era eso tan interesante de las cámaras”, nos comentó.
Existen circunstancias en la vida que nos impulsan a participar en ellas y que de alguna u otra manera también nos motivan a documentar los hechos que nos afectan, no solo en lo personal sino a escala mundial. Este es el caso de la fotoperiodista freelance Gabriela Oraa, arquitecta de profesión, ella comenta que “necesitaba ser parte de lo que estaba sucediendo con las protestas en el año 2017. Al principio yo salía a marchar, pero en medio de todo esto, yo siento que puedo aportar un poquito más de lo que ya estaba haciendo. Pensé, tengo una cámara en casa y tengo una pequeña “noción” de conocimiento de fotografía. Así que saqué mi cámara y comencé a fotografiar lo que sucedía”, enfatizó.
Me identifiqué con Silvana Trevale, fotógrafa documental venezolana, sobre sus inicios en la fotografía, ella deseaba estudiar medicina hasta que la mamá de una amiga le dijo que su espíritu era artístico. Trevale nos cuenta que “desde niña siempre tenía una cámara, puedo decir desde los 10 años. Luego mi mamá me compró una y, de ahí siempre la llevaba al colegio, siempre tenía una cámara presente”.
En conclusión, la fotografía tiene una magia, un no sé qué, que aún no desciframos. Ese encantamiento que nos impulsa a dejar muchas cosas para seguir investigando y practicando diariamente. Con toda razón el comentario de Susan Sontag “La realidad siempre se ha interpretado a través de los relatos que dan las imágenes. Nuestro sentimiento incontenible de que el proceso fotográfico es algo mágico tiene una base genuina”. ¿Y tú, cómo te iniciaste en la fotografía?