Hace poco leí una entrevista de Jakob Schnetz, profesional alemana quien trabaja en el campo de la fotografía editorial y documental. Parte de su filosofía fotográfica es no confiar en las imágenes, “No creo que la fotografía nos pueda dar respuestas, sino solo hacer preguntas”, comentó. ¿Pero qué nos motiva a desconfiar de una imagen, cuando se supone que es la representación de la verdadera existencia que yace ante los ojos del fotógrafo? El escritor Neil Postman argumentó sobre la comprensión de la fotografía en la información: “la verdad está en ver, no en pensar”.
Esto me recuerda las varias conversaciones que he tenido, y seguramente muchos de ustedes también, sobre los límites entre la verdad y la realidad construida en la fotografía. En otras palabras, la manipulación en las fotos. Sin embargo, las manipulaciones fotográficas siempre han existido, se altera su estado original, a menudo para dramatizar, ya sea por procesos tradicionales de impresión fotográficas o medios digitales como Photoshop.
En el siglo XIX, el fotógrafo Oscar Gustave Rejlander, considerado por muchos como el padre de la fotografía artística, fue un experto en la técnica del fotomontaje. Su obra más reconocida The Two ways of life (1857), fue una perfecta combinación de 32 imágenes, similar a las capas que utilizamos en Photoshop, las cuales les llevó aproximadamente seis semanas crear. El fotomontaje muestra a un hombre atraído por lo bueno y lo malo representado por ángeles. Fue considerado” indecente” por algunos, la desnudez parcial que mostraban las mujeres en la obra, Rejlander fue acusado de trabajar con prostitutas como modelos, este lo negó rotundamente pero nunca ofreció pruebas. En varias exhibiciones la imagen se mostraba parcialmente tapada por cortinas. Esto causó que su trabajo disminuyera, hasta que la Reina Victoria adquiriera una copia.
De hecho, ahora más que nunca estamos haciendo fotos y retocándolas todo el tiempo, a menudo hasta el extremo. Con toda razón Joan Fontcuberta declarara, «hemos pasado de la escritura al lenguaje. Todo el mundo emplea la fotografía sin darse cuenta, casi de una manera natural y espontánea». Nos dejamos seducir por las nuevas y constantes evoluciones de la tecnología móvil, sin olvidar los programas profesionales de edición fotográfica, que nos presentan a través de aplicaciones y nos invitan a intervenir nuestras imágenes desde todas las gamas de filtros y ajustes de contrastes y exposición.
Pero el problema no es que realicemos este tipo de intervención fotográfica, no hay nada de malo en ello y mucho menos si se realiza desde lo artístico, la clave está en que debemos ser conscientes que cualquier retoque que hagamos a una captura, es menos fiel a la realidad. Por supuesto, cuando hablamos sobre fotoperiodismo, todo cambia, aquí se rigen por códigos de ética en donde la manipulación de las imágenes casi nunca está permitida.
Andrea Gursky fotógrafo alemán reconocido por sus técnicas de manipulación digital en monumentales paisajes, sus imágenes están enlazadas entre la fotografía analógica y la fotografía tecnológica, logrando así una riqueza de detalle en una obra única. Su interés va más allá de lo particular, al crear sus obras, aborda las masas, la especie humana, los grupos y el entorno. Para poder imaginar lo colosal que resultan sus fotos, Gursky utiliza grúas y helicópteros o todo aquello que le permita representar la amplitud y la perspectiva de las cosas. “Rhein II”, una de sus fotografías de gran formato, es la obras más conocida y cotizada que simboliza una vista del río Rin, esta fue manipulada digitalmente, eliminando varias de las construcciones que ahí estaban con el fin de realzar su poder visual. “Mis fotografías no son abstractas, en último caso son siempre identificables. La fotografía no se puede desvincular de su sujeto”, comentó el artista.
Lee Jeffries, es uno de los fotógrafos de retratos de personas sin hogar por todo el mundo. Las imágenes son mayormente en blanco y negro, por lo general él se vale de la luz natural en sus capturas, pero lo que caracteriza sus obras es el resultado final en la edición fotográfica que da a sus obras. Al manipular sus imágenes, obtiene resultados sorprendentes, realzando cada detalle del rostro capturado, dramatizando aún más las miradas de sus modelos.
Indistintamente el tema que tengan nuestras fotos, la intención que le demos por medio de la manipulación fotográfica alterará su significado. Así lo considera Joan Fontcuberta cuando dice que «una fotografía nunca es verdadera por ella misma. La técnica o la cámara no es garantía de objetividad». Al exponer las fotos realmente como son, refuerzan su legitimidad. Aunque ya está más que demostrado que el valor de la verdad en la fotografía es algo relativo.