Hoy se cumplen 116 años del natalicio del británico Cecil Beaton, fue fotógrafo y modista, además de otras disciplinas artísticas. Su interés por la fotografía inicia a muy temprana edad, fue su niñera la que le enseña lo fundamental. Así comienza a tomar fotos a su madre y hermanas. Pronto mostró gran gusto por los retratos sofisticados y glamorosos, muchos de sus trabajos estuvieron inspirados en sus predecesores, especialmente en Lallie Charles, una de las retratistas con mayor fama comercial a principio del siglo XX.
Dos de las fotografías que me encantan de este periodo de Beaton, son las que hace a su hermana Nancy Beaton, hacia 1925. Podemos ver a la modelo sentada de perfil con una flor en sus manos, hay que ser muy detallista, pues se pierde este elemento por el brillo de la tela que sirve de fondo, pareciera que es la misma tela que utiliza la chica como capa de vestimenta. También colocó una fuerte luz detrás de su cabello, el enfoque está en su rostro y manos. Me parece un retrato un poco tosco pero hermoso. Otra imagen digna de la época es “Miss Nancy Beaton como estrella fugaz” (1928), un retrato totalmente rico en sutileza teatral. Una intensa luz sobre la cabeza y hombros, en donde la modelo lleva un diseñó que creó Beaton para esta ocasión, un elaborado traje en celofán, el fondo lo decora de un plástico brillante, diría que también del mismo material, el rostro y el cabello de Nancy está perfectamente maquillado y peinado, adornado con estrellas y una especie de corona con 5 puntas largas que unen en línea diagonal con la vara que sostiene la modelo.
Como todo fotógrafo que se inicia en la carrera y desea ser reconocido, Beaton entregó su trabajo a periódicos y revistas, estos eran publicados bajo el seudónimo “Crivelli” en referencia al artista renacentista Carlos Crivelli. Posteriormente, logró su primera exposición fotográfica en 1926, en una galería de Londres de poca notoriedad, pero fue un éxito monumental, obtuvo un contrato para trabajar como fotógrafo de moda y retratos para la revista Vogue, así como también para otras editoriales de la época. Cecil Beaton, fue un fotógrafo muy creativo con sus retratos, se destacaba por resaltar la belleza y elegancia de sus modelos, en algunos casos exageraba en crear escenarios un poco recargados y decorados fuera de uso.
Se autodefinía ambicioso, a los 25 años, una vez que había conseguido figurar en la sociedad londinense, se dirigió a Nueva York. Desde entonces, a partir de los años treinta en adelante, por la lente del británico posaron las figuras más importantes del arte, la política y la cultura; Marlene Dietrich, Salvador Dalí, Pablo Picasso, los hermanos Marx, Elizabeth Taylor, María Callas, Marilyn Monroe, Mick Jagger, Barbara Streisand, Marlon Brandon, Andy Warhol, Marc Chagall, Richard Avedon y Truman Capote, entre muchas otras estrellas. Las puestas en escenas para Beaton eran importantes, originales y nada repetitivas, esto lo aprendió desde pequeño, el pintaba sus propios fondos y decoraba a la perfección el ambiente, era fundamental el manejo de las luces y la ubicación de las mismas. Tan ciertas y firmes eran las ambiciones de Beaton, que en 1937 es nombrado el retratista oficial de la familia británica.
Una fotografía interesante para analizar el trabajo laborioso de Cecil Beaton es “La Princesa Natalie Paley”, hacia 1930. Este retrato de plano medio, en donde la modelo posa de perfil, adornada con flores en su cabello y sosteniendo algunas con su mano derecha, pareciera muy romántico y poético. Sin embargo, el fondo está pintado con flores y algunas líneas que pareciera un camino o montaña, pero detrás de la Princesa hay una sombra, como si estuviera una persona, además, se observa una mano en la parte inferior derecha del recuadro. Este retrato es algo misterioso, todo un cuento.
Aunque es más conocido por el brillo y la elegancia, Beaton estuvo en la Segunda Guerra Mundial, contratado por el Ministerio de Información británico, produjo más de siete mil fotografías. Para mí, la foto más icónica de esta etapa de su trabajo, es el retrato de Eileen Dune, una niña víctima de una bomba, ella está sentada en una cama, lleva un vendaje en la cabeza y abraza un muñeco, su mirada conmueve, fue portada de la revista Life.
Beaton fue incansable, en el transcurso de su vida escribió 38 libros, también creó álbumes personales de recortes y fotos, los cuales sirvieron como depósitos visuales y para consulta de su existencia. Tuvo una etapa como diseñador de elaborados escenarios y vestuarios para la producción de Broadway, haber creado los trajes para la película musical “Gigi” (1957) y “My Fair Lady” (1964) le valieron tres premios Oscar, entre otros reconocimientos.
Hay que trabajar y ser constante para lograr forjar una vida profesional como la que tuvo Cecil Beaton. Cuando leí en un diario español la frase del fotógrafo: “Me convertí en un fotógrafo profesional por accidente”, dudé mucho que fuese así.