Una de las maravillas del mundo, que a veces pasa desapercibida, es la existencia de culturas ancestrales que, por decisión propia hacen honor a sus antepasados, a sus creencias, y formas de vida general. Muchas optan por mantenerse literalmente aisladas del exterior, quizá porque se trata de un mundo demasiado agresivo, complejo y poco comprensible para algunos.
Este tipo de personas reunidas en comunidades, conocidas como tribus, cada una con sus características, pueden estar en lugares muy separados unos de otros, pero con varios elementos comunes. Desde Nueva Guinea hasta Groenlandia, desde la India a China, desde la Antártida hasta El Alta Guajira pasando por la Amazonia.
“Yo sentía que ahí había algo totalmente diferente a lo que había vivido”
Bárbara Brändli
Por lo general, han permanecido en sus ubicaciones geográficas originales, aunque en ciertos casos “la civilización” los ha empujado sutil o bruscamente a zonas más recónditas, algunas conocidas por ellos y otras, totalmente ajenas. Al final, son desplazados y con gran tenacidad, buscan mantener su sobrevivencia.
Son calificados como “pueblos felices”, por estar en zonas aisladas, que hasta cierto punto se mantienen estériles de la modernidad y sus impactos. Otros opinan, no sin razón, que dichas comunidades están cada vez más cerca de una peligrosa línea que podría marcar su extinción cultural y hasta física.
Un factor importante es que, el interés en fotografiar a los Yanomamis se ha mantenido en el tiempo, por lo que hay abundante material de autores del siglo pasado, así como de nuevas generaciones de profesionales que exploran en este mundo.
La fotógrafa de origen suizo Bárbara Brändli, llega a Venezuela en el año 1959, y logra tener contacto con los indígenas, un tema que le apasionó e identificó desde muy temprano en su vida. Documentó al pueblo Yekuana habitantes entre la frontera de Venezuela con Brasil, así como también a los Sanemá de Kanarakuni ubicados en Bolívar.
¿Por qué le llamaba tanto la atención este mundo? En el libro 21 fotógrafas venezolanas de María Teresa Boulton, Bárbara dice: “Cuando tenía dieciséis años, mi hermano me regaló un libro sobre indígenas de México, que me interesó desde el primer momento. Yo sentía que ahí había algo totalmente diferente a lo que había vivido”. Entre sus publicaciones, está Los hijos de la luna, publicado en 1974, en el cual Brändli se enfocó en documentar la esencia de la vida indígena. Bárbara comentó su experiencia: “Fue todo un aprendizaje y creo que ellos son tan antropólogos como uno, observando cada gesto de nosotros”.
También la fotógrafa venezolana Anabell Guerrero, realizó un interesante trabajo con los indios Guajiros. Entre los años 1998 y 2000, se trasladó en varias oportunidades a la península semidesértica ubicada entre Venezuela y Colombia, para documentar a las mujeres de esta cultura. A través de su lente, nos muestra el valor, resistencia y belleza de una sociedad en donde la mujer es protagonista.
En 21 fotógrafas venezolanas, Guerrero mencionó: “Empecé entonces a fotografiarlas, en varias imágenes sucesivas: primero los pies, luego el torso, y al final el rostro, lo que da una silueta alargada, inmensa, que se eleva en la horizontalidad del desierto con una gran presencia. Quise mostrar, al margen de toda visión etnográfica, la intensa y determinada humanidad de estas mujeres. (…) elevándolas poco a poco hasta convertirlas en tótem”.
Con motivo de su exposición Xamatari, la gente del tapir, el sábado pasado, tuve el gusto de compartir en mi programa de radio con el artista plástico, Roberto de la Fuente. Sus obras se exhiben actualmente en los perímetros exteriores de la Embajada de Francia, ubicada en la urbanización Las Mercedes. Sobre el esquema expositivo, Roberto dijo: “Me emociona mucho que lo pueda ver el público en la calle, esto es una exposición de arte de calle”.
Me interesó saber, cómo fue su experiencia con la comunidad Yanomami, cuando participó en 1991 de las expediciones lideradas por el antropólogo Napoleón Chagnon y el explorador Charles Brewer. La entrevista la pueden ver en el canal de YouTube de mi programa Diafragma 5.6 Radio.
En palabras de Roberto: “Hay que aprender, hay que bajar la cabeza un poquito y aprender de ellos. La lengua Yanomami no es fácil, pero si tú aprendes una palabra hoy y otra mañana, ellos lo aprecian mucho”.
En conclusión, la fotografía tiene el poder de llegar a la esencia de las personas de todas las nacionalidades y culturas remotas del mundo. Sobre ello, varios estudios se han llevado adelante por profesionales de diversas disciplinas, representando organizaciones de numerosos países o como iniciativas personales. Un vivo ejemplo de todo lo antes expuesto, son las tribus indígenas que han documentado a través de sus lentes los fotógrafos quienes nos manifiestan el valor y la belleza del registro documental y científico de sus imágenes y el aporte a la cultura.
Muy bueno!! Felicitaciones!