La exposición, Reflejos y Titilares Acuáticos, del artista Ivan Mikolji, nos ofrece, a través de su trabajo fotográfico, una visión reflexiva y al mismo tiempo estética. Una oportunidad única para reencontrarnos con la naturaleza y con las posibilidades estéticas propias del agua y de la luz en su contexto endémico.
El pasado 21 de abril, en El Gabinete del Dibujo y de la Estampa de Valencia se inauguró la individual “Reflejos y titilares acuáticos” de Iván Mikolji. Esta obra, representa para el GDEV “un punto de inflexión que nos sensibiliza con el medio ambiente, reafirmando nuestro compromiso social como espacio museístico y de confrontación”. La obra estará disponible para el público hasta el 1 de septiembre de 2022.
El trabajo está compuesto de imágenes tomadas en algunos ríos icónicos de Venezuela y Colombia, como, por ejemplo; el río Orinoco y río El Limón. En este recorrido fotográfico, se aprecia el elemento más importante para la vida: el agua. Ella toma protagonismo y se muestra, según el autor “De una manera que no habíamos mostrado hasta ahora”.
La curaduría y el texto estuvo a cargo de Eduardo Planchart Licea, Doctorado en Historia del Arte Latinoamericano de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sobre la obra de Mikolji, el crítico venezolano expresa que: “En estas reflexiones, la fotografía se distancia de la realidad documental y se adentra en la búsqueda edénica de generar conocimiento y provocar una praxis conservacionista en las personas, al evidenciar la fragilidad de estos biomas a través de la estética. Estas composiciones se transforman en metáforas visuales, dominadas por la pasión creativa del artista, al concentrarse y enfocarse en el compartimento físico de la luz y convertir sus ondas en espejos”.
Un expedicionario con legado
Iván Mikolji, es hijo de padre croata, explorador, investigador, fotógrafo y autor de innumerables publicaciones impresas, audiovisuales y exhibiciones con difusión mundial. En sus expediciones ha descubierto nuevas especies de la flora y la fauna venezolana, las cuales han servido de estudio para investigadores y científicos de todo el mundo. A través de su voz agradable y alegre, Iván explica con pasión, cómo logró capturar cada imagen que compone la muestra.
– ¿Eres un explorador que fotografía o un fotógrafo explorador?
-Me considero un explorador, la fotografía es una manera de capturar lo que veo, con el propósito de mostrarlo luego. Lo importante es revelar por donde uno pasa en la vida. Dejar el registro. La fotografía es una de mis herramientas de documentación.
-El propósito es documentar todo lo que poseemos, el inventario de lo que hay en el país, de esa manera transmitir las maneras preciosas que poseemos. Por ejemplo, el aire que respiramos, el agua que tomamos y, la flora y la fauna de la cual nos alimentamos y dependemos. No estoy fotografiando el pasado, estoy fotografiando lo que está.
– ¿Por qué tu pasión por los ríos y los peces?
-El acuarismo era parte de mi vida. Esto ha sido una pasión desde pequeño. Soy caraqueño y cuando mi mamá nos llevaba al colegio pasábamos por el río Guaire, yo siempre me quería bajar, me parecía mágico, quería saber qué había ahí en la profundidad. Además, en la casa siempre hemos tenido peceras, con gran diversidad de peces de acuarios. Por lo que podía estar más tiempo limpiando la pecera y ver el comportamiento de los peces, que haciendo la tarea.
-Todos tenemos un compromiso social, el compromiso social sale directo del trabajo. El registro que hago no es únicamente de peces, sino del agua. Es crear una cultura del agua y de la supervivencia de nosotros aquí en el planeta. Y el arte también funciona cuando incluyo la fotografía, porque cambia la configuración cultural de las personas que entran a ver mis exposiciones. Tal vez, cuando las personas entran y ven nuestros recursos naturales, le es un poco más difícil después contaminar o botar la basura donde no es debido. De esta manera estamos ayudando poco a poco a educarlos. Es parte del trabajo, nace del trabajo. No es algo que yo trato de inculcarle a la gente, sino que yo lo presento y que ellos lo reflexionen y sientan.
– ¿Por qué los Reflejos y Titilares Acuáticos, cómo llegas a ellos?
– La exposición está dividida en dos partes: los reflejos que son fotos hechas con una lente gran angular, aquí se muestran los paisajes. Y los titilares, son fotos micros, por decirlo así. Para ellas se utilizó una lente macro.
-Los reflejos han sido parte de mi trabajo desde el comienzo, puedo decir desde el año 2010. Los reflejos siempre los tomaba, pero me di cuenta de que ellos eran todo un tema, son muy complejos. Fue a través de los reflejos subacuáticos, que llevaron hasta los reflejos de afuera y después a los titilares.
-Tengo 3 años trabajando sobre los titilares, los descubrí en el río El Limón. Estaba tomando una foto a la hidráulica del agua, en algunas partes del río se formaban líneas muy extrañas por el flujo del agua. Todo resultó que viendo la pantalla de la cámara observé formas como mariposas volando, parecidas a luciérnagas, era como haber descubierto oro o diamante, una revelación increíble ver estos titilares volando en la fotografía, ¡estaba que brincaba en una pata!
-Esa agua como un espejo es rígida, una vez que comienza a moverse ya todo se vuelve incluso más abstracto, más complejo. Aquí comienzan los titilares, ellos no existen sin el movimiento del agua y el reflejo del sol. Usualmente no lo percibimos como un destello de luz, son demasiado rápidos y luminosos. Cuando se logran congelar y ver de cerca, bajando la intensidad de la luz, puedes ver las formas que tienen, y esas formas dependen del ángulo del sol, la rapidez y el movimiento del agua. Si este movimiento es rítmico los reflejos son largos, si se está moviendo caóticamente el agua se forman círculos, si el movimiento es cerca de remolinos comienzas a tener obras abstractas curvadas, entonces entramos en un mundo que es imposible percibir a primera vista.
-En este momento estoy investigando si hay titilares subacuáticos, por ahora los que he encontrado son en la superficie del agua.
– ¿Cuántas horas pasaste en los ríos “cazando” titilares?
-Un total de dos horas al día por lo largo de la expedición. Son muchos días de viajes, porque tienes que buscarlos en la mañana para ver si son distintos, al medio día o en la tarde, para notar qué vas consiguiendo en los distintos sitios a distintas horas. Es toda una experimentación, quizás se consigan cosas nuevas cada vez que vaya.
– ¿Sintió deseo de ir más allá por este tipo de efectos acuáticos?
-Pasaron unos días y volví a ir al río Limón, me coloqué en el mismo sitio, comencé a tomar fotos y volví a conseguir los titilares. Comencé a experimentar en otros sectores del río, con otros movimientos, dependiendo del movimiento del agua y la luz del sol. También los comencé a filmar, porque yo pensaba que no me iban a creer, que creerían que era Photoshop. Se lo mostré a Eduardo Planchart y él no lo podía creer. Decidimos esperar un poco y no publicarlo hasta saber bien qué eran y cómo se podían fotografiar.
-También los fotografié en Caño Cristal en Colombia, pasando horas en el río y los investigadores de Colombia me veían como un loco tratando de tomarle fotos al agua de esa manera, por supuesto, no sabían lo que estaba haciendo, creían que estaba demente. A donde íbamos conseguía esos reflejos y en cada sitio eran distintos porque el fondo era desigual. Llegamos a 20.000 fotos de esos reflejos, luego Eduardo y yo comenzamos a seleccionarlas hasta tener diferentes tipos de ellos.
– ¿En qué consiste el proceso fotográfico hielo líquido?
-Hielo líquido es cuando congelamos con la velocidad de la cámara. Tomamos la foto con una velocidad muy alta, entonces congelamos el movimiento del agua y congelamos el reflejo de la luz, esto crea formas de la naturaleza más abstracta. Donde el fondo de plantas acuáticas verdoso crea reflejos que parecieran agua endurecida, detenida en su fluir, y crea la ilusión de agua cristalizada.
– ¿Cuál es la reflexión que nos invitas a tener a través de tu obra?
– Más que una reflexión estamos enseñándole a la gente, educando como ver el planeta, como ver nuestro mundo. La mayoría de nosotros vemos, pero no observamos bien. El mundo cree que existe una sola especie de piraña, y aquí en Venezuela tenemos trece, más dos especies que no se han descrito. Todos estos recursos de la naturaleza son para enseñarle a la gente cómo tienen que ver el mundo para ellos enamorarse más de nuestro planeta y a su vez crear una empatía para conservarlo.
– ¿De qué manera tu trabajo contribuye a la educación de las futuras generaciones?
-Primero, es como el lema que yo siempre digo “No se puede preservar algo que no se sabe que existe”, la mayoría de los peces de agua dulce de Venezuela no son conocidos, solo algunos, tenemos conocimientos de aquellos que se pueden comer y es posible de algunos del acuarismo. Pero en la gran mayoría son desconocidos, entonces hay que educar a la gente, mostrar lo que hay para poder preservar. Y también tiene una gran utilidad, de que, si alguien necesita saber cómo son esas especies o en qué sitio estaba, en el libro —Peces del Orinoco en estado salvaje— aparecen los datos como; el GPS donde se tomó la foto, la fecha, entre otros, que se localizaban en ese río. Dejando así un registro histórico, por lo que las personas no tienen que reinventar la rueda, no tienen que volver a ir allá para hacer ese trabajo, para saber que esos peces están ahí.
Hay muchas especies nuevas, tenemos una gran cantidad de especies, no solamente de peces de agua dulce, que son nuevas especies que no se han descrito científicamente, sino que también hay muchas plantas acuáticas. Nosotros tenemos una biota tan increíble, tanto en Venezuela como en Colombia en la Orinoquia, que yo no voy a poder terminarlo. Imagínate, el libro tiene 151 especies y hay mil ciento cincuenta especies de peces de agua dulce en Venezuela. Esto es un 10%.
– ¿Pero tú estás trabajando solo en este proyecto?
-Tengo 15 años trabajando solo. La primera afiliación la obtuve con la Fundación La Salle que me nombraron investigador asociado, pero esto ha sido 15 años de trabajo solo.
– ¿Representa un desafío abordar el cambio climático a través de tu obra?
-Las cosas que me preocupan en cuanto al cambio climático aquí, por ejemplo, son las lluvias cuando no llegan o en la cantidad que deberían de llegar. Me da miedo cuando veo los Apamates o el Araguaney floreciendo en las épocas que no deberían estar floreciendo. Por ejemplo, un araguaney que debería estar floreciendo en las estaciones más secas del año, que es para que las semillas germinen para cuando llueve, que estén suficientemente maduras y para alimentar todos los insectos que están muriéndose de hambre en esa sequía tan fuerte no florecen o lo hacen de manera irregular.
El único desafío que tenemos es siempre conseguir patrocinios para continuar en las investigaciones científicas, que representan el registro histórico del inventario de los recursos que tenemos en la Cuenca del río Orinoco en Venezuela.
– ¿Cuál crees que ha sido la clave del éxito para lograr todos los proyectos que has desarrollado?
-No ser pichirre con tus cosas. Es una palabra cómica, pero es verdad. En la vida es una toma y dame, tienes que ver cada foto como algo que tú pones en el mundo y la gente tiene que usarlo. Si dejas tus cosas en el disco duro, nadie va a saber que las tienes y no vas a tener éxito nunca.
Uno debe exponer el trabajo y ofrecerlas a las personas que lo necesiten. Por ejemplo, mi trabajo yo se lo ofrezco a todos los biólogos, gente que hace investigación científica, a ellos yo se los ofrezco gratuitamente por completo. Siempre ofrecer tu trabajo y no ser celoso con él. El trabajo de uno como artista es para que la gente lo vea y lo utilice, porque es la única manera de que tú puedas cambiar el mundo.